La popularmente milagrosa efigie del Señor Cautivo de Ayabaca será homenajeado por la Municipalidad Provincial de Trujillo este sábado 23, cuando llegue hasta nuestra ciudad por primera vez desde la sierra de la Región Piura.
En el homenaje, representantes de la MPT investirán a la principal imagen religiosa de dicha región con la Medalla de la Ciudad y Diploma de Honor, como reconocimiento a la importancia e influencia de esta figura católica en la cultura y religiosidad no sólo de su lugar de origen, sino de todo el país e incluso del extranjero.
Este acto se realizará en el atrio de la Catedral Basílica Menor de nuestra ciudad, donde será recibido en el marco de las festividades por Semana Santa.
La regidora Juanita Aguilar, presidenta de la comisión de Cultura del Reconocimiento, manifestó “El Señor Cautivo de Ayabaca constituye un ejemplo de cómo la fe mueve montañas, miles de personas viajan a lo largo del año, desde los más lejanos lugares, a pie y hasta cargando una cruz, sólo para llegar a adorar su imagen”.
Posteriormente, el día lunes 25, en el que se llevará a cabo la procesión de la figura para regocijo de todos los trujillanos, la MPT colocará un altar en el frontis de Palacio Municipal, donde se ubicarán las autoridades ediles para aunarse a la oración de los peregrinos y fieles que seguirán al Señor Cautivo de Ayabaca.
Esta advocación religiosa data del año 1751 cuando el sacerdote español, García Guerrero quiso dar a su pueblo una imagen del Señor; para lo cual se decidió utilizar un tronco de cedro, del que había brotado sangre luego que un labrador le diera un hachazo luego de haberlo encontrado en el cerro Zahumerio de Jililí.
Tres hombres vestidos con impecables ponchos blancos de lana y montados en igual número de caballos albinos llegaron al pueblo de Ayabaca. Eran artistas talladores. Y se comprometieron a esculpir la imagen del Señor Cautivo a condición de que el pueblo guardara absoluta reserva sobre su presencia. Nadie, además, debía interrumpirlos durante sus labores y los alimentos les serían servidos solamente al amanecer. Ningún poblador debía verlos trabajar.
Pasó el tiempo y la curiosidad de los ayabaquinos pudo más que su paciencia, queriendo ver los avances de trabajo de los tres misteriosos caballeros, se acercaron a la casa, llamaron insistentemente y, al no obtener respuesta, creyeron que se habían burlado de ellos. Entonces forzaron la puerta y en el interior no encontraron persona alguna, la comida estaba intacta. Pero ante ellos se alzaba, imponente y majestuosa, la escultura de un Nazareno con las manos cruzadas. Sólo entonces se dieron cuenta de que los autores eran ángeles vestidos de chalanes que al concluir la escultura alzaron vuelo y se perdieron. (Fuente: Boletín MPT)
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